3. SISTEMAS EDUCATIVOS INTELIGENTES EN LA
ACTUALIDAD
La historia de los
ordenadores en la
enseñanza es una historia breve,
de poco más
de cuarenta años, y está vinculada de forma muy estrecha
a la propia evolución y avance de la
tecnología informática por una
parte, y al desarrollo de las teorías del aprendizaje y enseñanza
por otra.
Desde que a mediados del siglo XX,
Skinner propusiera el concepto
de “máquinas de enseñar”, el
desarrollo y preocupación de la utilización de
los ordenadores en la enseñanza
ha estado dominado por esta idea:
¿es posible lograr que
un sujeto humano aprenda a través de la
interacción, casi exclusiva,
con una máquina?
Los logros y avances
a lo largo
de varias décadas
de investigación fueron menos exitosos
de lo esperado.
La
adaptación de los
sistemas escolares a un
modelo de escolaridad apoyado en las tecnologías
digitales es y será un proceso parsimonioso, lento, con altibajos, con avances
y retrocesos. Este proceso de cambio
exige, como condición inicial,
pero no única, la disponibilidad de
recursos tecnológicos abundantes
en los centros educativos.
Sin un número adecuado de ordenadores,
sin software apropiado, sin cableado
ni infraestructuras no
habrá, evidentemente, prácticas
educativas apoyadas en las tecnologías
informáticas. Pero esto es, a
todas luces, insuficiente si lo que perseguimos es la innovación y
mejora educativa.
La incorporación de las nuevas tecnologías si no van acompañadas de innovaciones pedagógicas en los proyectos educativos de los centros, en las estructuras y modos de organización escolar, en los métodos de enseñanza, en el tipo de actividades y demandas de aprendizaje requeridos al alumnado, en los sistemas y exigencias evaluativos, en los modos de trabajo y relación del profesorado, en la utilización compartida de los espacios y recursos como pueden ser las salas de informática, en las formas de organización y agrupamiento de la clase con relación al trabajo apoyado en el uso de ordenadores, afectarán meramente a la epidermis de las prácticas educativas pero no representarán mejoras sustantivas de las mismas.
La incorporación de las nuevas tecnologías si no van acompañadas de innovaciones pedagógicas en los proyectos educativos de los centros, en las estructuras y modos de organización escolar, en los métodos de enseñanza, en el tipo de actividades y demandas de aprendizaje requeridos al alumnado, en los sistemas y exigencias evaluativos, en los modos de trabajo y relación del profesorado, en la utilización compartida de los espacios y recursos como pueden ser las salas de informática, en las formas de organización y agrupamiento de la clase con relación al trabajo apoyado en el uso de ordenadores, afectarán meramente a la epidermis de las prácticas educativas pero no representarán mejoras sustantivas de las mismas.
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